jueves, 2 de febrero de 2012


LA DIGNIDAD DEL PROFESOR




Dr. Nelson Campos Villalobos

Como se ha  dicho en otras páginas, el concepto de dignidad se refiere a la cualidad del que se hace valer como persona, se comporta con responsabilidad, seriedad  y respeto hacia sí mismo y hacia los demás y no deja que lo humillen ni degraden. En esta breve definición hay solamente elementos activos de comportamiento, como podemos advertir en la redacción, que además posee una gran profundidad conceptual.
Para la definición, no hay otro requisito que la de ser persona, es decir, pertenecer a la especie Homo sapiens. Sin embargo, hay una dignidad que acompaña al ejercicio de determinadas personas, a quienes la sociedad les ha dejado el cuidado de los suyos. Entre ellos sin duda que debe estar el maestro, el que enseña, el que guía el pensamiento y entrega los valores societarios, el que lleva al pequeño, al adolescente y al joven adulto por el camino del saber, el que despierta vocaciones y muestra el accionar correcto en la sociedad.
Cuando una sociedad pierde el respeto a esa dignidad, estamos en un camino hacia el deterioro moral, porque si no valoramos a quien guía a nuestros hijos, entonces no nos valoramos a nosotros mismos.
La sociedad no espera de otros profesionales la misma conducta moral, el mismo espíritu de sacrificio ni la entrega a una profesión que exige tanta dedicación. Pero lamentablemente, hay en las sociedades latinoamericanas una tendencia a descuidar la dignidad del maestro.
Veamos algunos parámetros que fácilmente se hacen notorios:
a)      El descuido a esa dignidad de parte de las autoridades educacionales que suelen señalar que la mala calidad de la educación se origina en el mal desempeño de los docentes, sin un análisis profundo del tema, porque el maestro, ¿Qué más puede hacer con los pobres materiales que el Estado suele entregar para la educación de la población a su cargo? , con las míseras subvenciones a los colegios, con los ridículos libros que entrega el estado, con los niños que llegan sin desayunar a la escuela, con el absurdo del transporte colectivo, con directores de colegios que llegan al cargo sin ninguna preparación, con supervisores estatales que son ignorantes en pedagogía, con facultades de educación donde  cada una tiene su propio currículo y por tanto enseñan lo que se les antoja, con autoridades educacionales designadas a dedo, sin competencias en sus labor, ¿dónde queda la dignidad del maestro?
b)      ¿Puede el maestro, con sueldos que suelen ser los más bajos que paga ese Estado avaricioso y poco generoso, vestirse de acuerdo a su dignidad, comprar libros, asistir a eventos culturales y congresos?  El punto es que no es posible que los docentes - a igualdad de años de estudios universitarios- sean los más mal pagados en el sistema estatal y sus pensiones en promedio no superar los  US$ 500 mensuales. El ciudadano  mejor pagado en Chile no puede, por la ley, obtener una pensión que supere las 60UF, es decir, al dia de hoy, US$957.00. Si desea más tendrá que hacer ahorros aparte, en las mismas organizaciones previsionales y por muchos años.
En cambio, un profesor de básica en España comienza ganando 35.907 euros y termina ganando 50.105 anualmente. Los maestros alemanes ganan entre 40.000 y 54.000 euros. Los japoneses varían entre 54.000 y 60.000 euros anuales. Compare estos datos con los salarios en los países de Américalatina y entenderá el lector qué significa ser subdesarrollado.
c)       Los libros, que en Chile pagan el 19% del impuesto IVA, que tan injusto es con los más pobres, que quedan cada día más alejados de la cultura, también impiden al maestro avanzar en su propia gestión de su saber. En los Ministerios de Educación se suele ver a los parientes de los políticos en cargos bien pagados, porque cualquier persona, no importa qué preparación tenga, puede opinar libremente de educación, a diferencia de otras áreas del saber en que los neófitos jamás se atreven a levantar la voz. Vea Ud.los comités de expertos que nombran los ministros y verá a toda clase de profesionales, menos educadores, asesorando cuanta reforma torpe se les ocurre a las autoridades, sin que nadie consulte ni al colegio de profesores, ni a las facultades de educación ni menos a las asociaciones de padres Al parecer, las dictaduras no solamente visten uniformes, sino que se invisten políticamente. El problema es que Ud. no solamente elige a las autoridades de la nación, sino que también ha escogido a los parientes, amigos y partidarios de ese grupo, que cada día constituye más una clase social aparte.
d)      Cuando la autoridad no toma en cuenta la opinión de los maestros y de los padres en las supuestas reformas que para fines electorales se proclaman como educacionales, entonces la dignidad del profesor se deteriora. Se olvidan que el joven maestrono  ha tomado la carrera de la pedagogía para hacerse de dinero y vivir una vida cómoda y fácil. Ha tomado el camino más difícil en la sociedad del ahora, pues a diferencia de los pofesionales cuyo interés es el enriquecimiento personal y no el servicio a la comunidad, el heroico joven que se hace maestro sabe que al final de su vida, cuando esté viejo y cansado, apenas tendrá una magra pensión para pasar, con penurias, sus últimos días. En cambio otros estamentos privilegiados de la misma  tienen hospitales institucionales, excelentes pensiones hereditarias, lugares para vacacionar y una dignidad que se les niega a los maestros.
e)      Cuando el joven se hace maestro, produce una paradoja vital que es increíble: él, que se dedica a educar, verá que sus propios hijos tendrán dificultades para lograr estudios superiores, porque sabemos que para un profesor es imposible pagar la enseñanza a los precios en que ese negocio  se mueve. El estado avaricioso no está dispuesto a ayudar a los profesores
f)       Cuando la dignidad se pierde, cuando el respeto a la persona y a su profesión no existe, es el país es el que pierde, es la calidad de la educación la que se afecta, es el amor al estudio el que desaparece, son los valores los que se esfuman. Y eso lo ignoran los burócratas del Ministerio de educación, de los cuales solía decir Bertrand Russel: ¿Y qué saben de educación los funcionarios del Ministerio?

CÓMO RECUPERAR LA DIGNIDAD PERDIDA

Lo primero es la actitud de las autoridades la que debe cambiar. Derrochar en aviones de guerra es una forma de mostrar el desprecio que el gobierno –cualquier gobierno-tiene por la educación si prefiere armar a sus minúsculos ejércitos con un equipamiento digno de países del primer mundo. Por lo demás los insumos militares son eso: del primer mundo y los de la educación, con sus pizarrones de madera, tizas y unos pocos computadores son también eso: del tercer mundo.
Si hay respeto a la dignidad del maestro, entonces hay buenos sueldos, una carrera que dentro de la dureza de la enseñanza en un país pobre permita a los mejores ascender y contribuir con su preparación a la mejor calidad del arte pedagógico. Habrán premios a los mejores, estímulos a los que expresen su vocación en logros en la sala de clases; hará que la enseñanza pueda realmente inmunizar contra la pobreza y la cesantía a los egresados de enseñanza media. Hará un país más justo y con más valores. Habrá facultades de educación con doctores entre sus docentes y no simplemente recién egresados y fracasados de  otras profesiones que se disfrazan de académicos en las absurdas y lucrativas universidades privadas.
Pero, mientras la educación esté en manos de los inexpertos, de los aficionados, de los aprovechadores y donde las “reformas” nunca se evalúen, entonces no tendremos dignidad para los profesores y todo seguirá, lamentablemente, igual.
Como señala Paulo Freire, ¿Cómo no ser un pedagogo indignado?